11 de mayo de 2007

DOÑA FRIDA DE BRETAÑA

Este texto tan fantástico lo ha escrito el adoptante de Frida, Andrés López. Soy una gran aficionada a las novelas históricas medievales, y me inclino a los pies de este señor. Es un texto realmente fantástico.

Reynando don Alfonso el VI que lo fue de Castilla, León, Galizia e Toledo e también Imperator de los Romanos, sucedió que harto de tantas guerras e contiendas amen de razzias e cabalgadas en reynos de moros, mando façer Tregua de Dios en todos su Reynos para los Idus de Julio.

No contento con pazificar a nobles, caballeros e vasallos de aquellos sus dominios terrenales, mandó embaxadas a los reyes cristianos de Hispania e también hommes buenos e gentilhombres a tierras de moros. A todos ofrecioles en las calendas de julio del anno de la natividad de Nuestro Sennior Xesucristo de mil e ciento ocho, justas e torneos donde caballeros moros e cristianos exercitasen cruzes de armas en combates singulares, así que muchos de los nobles de ambas religiones del Libro acudieron a la cibtad de Toro para mostrar valor e ánimo como hommes de armas.

Quiso la fortuna que caballeros de allende de los Pyrinneos de aquellas tierras de francos e herederos de la nobleza del grande Imperator, que también lo fue el cristianisimo Carlomagno, atraídos por la grandeza de las justas queridas por el castellano acudiesen a Toro con bagajes, escuderos e tambien sirvientes e músicos trovadores e citadores asi como damas de belleza e nobleza en la sangre.

Una de aquellas princesas, que no infantas como al uso de Hispania era, no fue otra mas que la flor de lis más blasonada del Reyno de las Francias, tan fermosa como de donarie e intelligençia era alabada por ricoshommes e recitadores de ripios e versos cantados al compas de laudes armoniosos: doña Frida de Bretaña.

Començaron los que fueron los mayores torneos hasta la fecha conosçidos e aquellos días de pax fuesen recordados por las gentes del comun como de la abundancia e concordia entre senniores de natural batalladores e pendencieros.

La singular belleça de la dama franca ilumino los campos de justa e atrajo las miradas e atenciones de caballeros moros e cristianos, en particular siendo hechizado por la fermosura de la doncella bretona el sennior de Salvatierra allá por las tierras de Álava. Joven e valeroso noble, mas malhairado e violento con vasallos e maltratando e persiguiendo a doncellas e cavtivas sarracenas, así don Fadrique quiso domeñar la voluntad de tan virtuosa dama por la potencia de su braço que no por gracia de la buenahombria e la dulçura e la piedad cristiana.

Más la dama poso la mirada en uno de los caudillos moros, el alcaide de la fortaleça de Algeciras. Omeyas fueron sus ancestros e garantes de cuna nobilísima, hubo sido educado en la milicia e tambien e artes e medicina. Moço de elevada estatura e piel azeitunada suaviçada como adornan los ismailitas el porte, apreçió los velados halagos de la dama franca e rondabala e tornabala con versos e miradas e gestos galantes.

Los celos comieron las entrañas al de Salvatierra e jurose humillar al mahometano e busco la ocasión retando al adversario a carrera campo a traviesa, no de hommes o cabalgaduras sino de galgos corredores.

El reto concitó tal atención que hay campo acudió el propio rey don Alfonso el VI rodeado de sus magnates e gentes de armas mas fieles. En finca rastrojera corrieron los lebreles en unica carrera siendo vencedor el galgo árabe del moro.

Humillado, que no lo hubo sido más que por propio malentendimiento e zozobra azuzada por los celos, jurose con el diablo dar muerte al rival. Más encendido por la impaciencia del odio demoniaco la emprendió a palos con el galgo perdedor, tal fue la somanta que diolo por muerto, aunque malferido quedaba. Dormia el sarraceno arrullando en sueños venturosos a la bella bretona cuando la daga del mal caballero se hendió en la garganta del noble omeya, e así pasó del sueño amoroso con doncella cristiana al encuentro con las huríes del paraíso moro. Huyó el de Salvatierra cuando hubo consumado el crimen, más la fortuna quiso que los guardias de Rey don Alfonso alto le dieran e viendo su estado de confusión e malhumoramiento dieron con la causa e el crimen resolvieron.

No hubo más remedio para el Rey que castigar el crimen traicionero en días de Tregua de Dios e el caballero alavés fue ahorcado e no tuvo tierra santa como sepulcro.

Doña Frida quiso volver rauda a sus tierras de Bretaña e la voluntad del Creador quiso que en su marcha descubriese al galgo moribundo. Apiadose la noble señora de la suerte injusta del noble animal e restaño con amor maternal las heridas del can tornandolo con ella a sus lares, más antes pidió al rey castellano que castigase a quien maltratase perro de tal nobleza e la Crónica del Rey Alfonso recoge que quien osara golpear o maltratar galgo, fuere noble o clérigo o villano fuese castigado en el nombre del Rey, e así se conoce el fuero del galgo castellano como la ordenanza de doña Frida de Bretaña.

E para que así conste en los tiempos venideros, lo certifica el que fue testigo de aquestos fechos narrados, don Andrés López de Ocariz y Ocariz, señor de la Galgería.


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